El estudio de la naturaleza es uno de los métodos
recomendados por Charlotte Mason. Ella recomendaba pasar medio día al aire
libre con los niños, una vez a la semana, para “observar de cerca y
cuidadosamente la naturaleza”. Por ejemplo, observar cómo se comportan las
ardillas, dónde se para la abeja, cómo trabajan las hormigas, cómo cambian los
árboles con el paso de las estaciones, los tipos de nubes, identificar las aves
y mirar cómo hacer sus nidos, y muchas cosas más.
La idea es que los niños se interesen por la naturaleza a
través de la observación. Muchas veces salimos a un parque, a un día de campo,
y no nos fijamos en lo que hay a nuestro alrededor. No sabemos reconocer los
árboles de nuestra región o diferenciar entre un gorrión y una golondrina,
porque pocas veces nos detenemos a mirar con atención estas cosas. Los niños pueden
formar desde temprano el hábito de observar la naturaleza; las plantas y
árboles, las flores, los hongos, los animales, aves, insectos, el clima, los
tipos de rocas, las estrellas y constelaciones.
Esta actividad no es una clase de ciencia, sin embargo,
puede despertar el interés por las diferentes ramas de la ciencia: botánica,
zoología, entomología, meteorología, astronomía y geología. Un libro de texto
no es suficiente, el niño necesita estar en contacto con la naturaleza para
realmente aprender a amarla y respetarla.
¿Cómo se hace?
Es muy sencillo, sales con los niños a un parque, a un
bosque, a una playa; lo que te quede cerca. Mientras caminan por el lugar dejas
que los niños se detengan a observar algo que les interese. Desde el principio
les dices el propósito de la actividad, que no es para correr y jugar, eso puede
realizarse en otro momento.
Una vez que pasaron un rato explorando y observando, cada
niño elige algo para dibujar e investigar. Nosotros usamos un cuaderno de
dibujo y lápices de colores, aunque también se pueden usar acuarelas. Usen
guías de campo para identificar las especies de plantas y animales que les
llamaron la atención. Si es un animal lo
que van a dibujar, pueden tomarle una foto, para poder terminar su dibujo en
caso de que el animal se mueva de lugar; también pueden buscar una imagen en
internet o en un libro. Ese cuaderno de dibujo pronto se convertirá en un
hermoso diario de la naturaleza.
Junto a su dibujo pueden hacer anotaciones. Yo les pido a
mis hijos que siempre pongan el nombre común y el nombre científico. Es
recomendable poner la fecha y el lugar donde observaron la especie. Esto
servirá para ubicar en que temporada hay aves migratorias, por ejemplo, o
cuáles árboles cambian con las estaciones y cuáles permanecen igual. Pueden
escribir un pequeño párrafo describiendo lo que dibujaron.
Al regresar a casa pueden investigar más y escribir otros
datos interesantes: de qué se alimenta, cuáles son sus hábitos, en que regiones
del mundo vive, etcétera. También pueden poner la clasificación biológica, así se
van familiarizando poco a poco con este tema tan complejo. Incluso pueden
escribir una cita, un pasaje bíblico o un pequeño poema, hay muchos sobre
plantas y animales.
Cuando no puedan salir o no haya muchos lugares para
explorar, pueden observar en su jardín o en los alrededores de su casa. Se van
a sorprender con la cantidad de seres vivos que pueden encontrar sin ir muy
lejos. Pueden poner un alimentador de aves para atraerlas a su patio. Pueden
observar las plantas y flores que tengan en casa. Pueden dibujar e investigar
sobre sus propias mascotas. También pueden inspirarse en documentales y guías
de campo.
Me encanta esta actividad porque combina muchas habilidades
importantes. Se trabaja la observación y la atención, se propicia la
investigación, la expresión a través del dibujo, la redacción y el interés por
la naturaleza. Esta actividad no tiene límite de edad, pueden hacerla adultos y
niños juntos.
Comentarios
Publicar un comentario